ULTIMA PARTE
CAPÍTULO 6. LA FALACIA NARRATIVA
Como nos engañamos con historias y anécdotas.
Nos engañamos con historias que sacian nuestra sed platónica de modelos distintos. Nos gustan las historias, nos gusta resumir y simplificar, es decir, reducir la dimensión de las cosas, lo que es particularmente grave cuando se trata de un suceso raro.
Quremos que nos cuenten historias (no una serie de estadísticas empíricas), aunque deberíamos analizar con mayor detalle si tal historia ofrece distorsiones importantes de la realidad. La información estadística abstracta no nos influye tanto como la anécdota.
(Ejemplo: central park, muerte de un familiar en moto).
Caemos en la trampa de la causalidad, tenemos que inventar una causa . La falacia narrativa se dirige a nuestra escasa capacidad de fijarnos en secuencias de hechos sin tejer un a explicacíon o, los quees igual , sin forzar a un vínculo lógico las explicaciones atan los hechos.
Hacen que se puedan recordar mejor; ayudan a que tengan más sentido. Las historias permiten recordar y darles sentido al pasado ( tendemos a recordar con mayor facilidad aquellos hechos de nuestro pasado que encajan en una narración).
Seleccionamos únicamente los hechos que encajan en nuestras teorías. Y cuando los hechos ya han tenido lugar, creamos historias post-hoc para que el hecho parezca tener una causa.
Cuanto más se resume ( con las historias ), mas orden se pone y menor es lo aleatorio. De aquí que la misma condición que nos hace semplificarnos empuja a pensar que el mundo es menos aleatorio de lo que realmente es. Y el cine negro es lo que excluimos de la simplificación. La narración puede conducir a un error en la valoración de las probabilidades. La narratividad hace que vemos los sucesos pasados como más predeciblees.