viernes, 5 de octubre de 2012

La naturaleza son matemáticas.


Tanto en los animales y como en las plantas podemos encontrarnos algunas coincidencias curiosas, cabe destacar entre otras, el número de semillas de una espiral de un girasol y los pétalos de muchas flores, que siguen el mismo patrón que el caparazón de un caracol, donde  nos encontramos con los números de Fibonacci. La forma en que se ordenan las semillas en el girasol, si cuentas bien los espirales que se forman hacia la derecha y hacia la izquierda, verás que hay 34 curvas en un sentido y 21 en el otro: ambos son números consecutivos de la sucesión de Fibonacci.

También podremos observar los números de Fibonacci en el estudio de poblaciones idealizadas de conejos (el ejemplo inicial que usó Fibonacci), así como en vacas y abejas; en el número de espirales que forman los granos de frutos como las piñas de pino o en el ordenamiento de las hojas en una rama para obtener de manera más efectiva la forma de organizar las estructuras. Ese patrón permite, entre otras cosas, que las ramas crezcan sin hacerse sombra las unas a las otras.

La razón por la que los números de Fibonacci pueden encontrarse en tantos ejemplos de la naturaleza, se relaciona estrechamente con el nexo que existe entre esta sucesión y el número áureo que es igual a 1.168.

Esta relación, aunque parezca mentira, no es causal, sino que responde a una serie de fórmulas matemáticas que aparecen una y otra vez en un gran número de seres vivos.
Si analizamos el número áureo y la serie de Fibonacci,  su desarrollo puede ser complicado de entender, pero podemos descubrirlos de manera natural. Para que lo entiendas, nadie calcula si la distancia entre la nariz y el mentón es proporcional a la longitud total de la cara, pero si es así, consideramos a esa persona bella.
El empaquetado en espiral de proporciones áureas aparece a su vez en las hojas de los aucauciles o en las estructuras de una piña. En ellas también encontramos la serie de Fibonacci: el número de hojas de una espiral de aucaucil siempre pertenece a este sistema; el de la espiral contraria es el número anterior o superior de la serie.

Fibonacci creó su famosa serie al intentar descubrir cómo mejorar la cría de conejos. La secuencia relaciona el número de nacimientos que tienen lugar cada período de cría, comenzando con los números cero y uno, denominados generadores. A partir de ahí los siguientes números son la suma de los dos anteriores: 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8...
El modelo no funcionó muy bien para lo que se lo había pensado inicialmente, pero mucho despuésse descubrió que servía perfectamente para calcular el número de ancestros de una abeja macho: el zángano nace de un huevo sin fecundar; tiene, por tanto una madre y ningún padre. Su madre, en cambio, sí tuvo dos padres, de tal manera que el original tiene dos abuelos y tres bisabuelos, dos de su abuela y uno de su abuelo, y así sucesivamente, completando la serie de Fibonacci.

Aquí les dejo un video que me ha parecido bastante interesante y que refleja claramente lo comentado anteriormente.

Bibliografia:
- http://www.elblogalternativo.com/2009/04/22/las-matematicas-se-pueden-ver-en-la-naturaleza-libro-anda-con-ojo-de-pilar-moreno/
-http://es.noticias.yahoo.com/blogs/cuaderno-de-ciencias/las-matem%C3%A1ticas-ocultas-en-la-naturaleza-121208815.html
http://catedu.es/matematicas_mundo/NATURALEZA/Naturaleza.htm

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