0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233, 377, 610, 987…
Estos números representan uno de los enigmas biológicos más estudiados y documentados. Aparentemente es una serie numérica matemática donde el único requisito es que cada número es resultado de sumar los dos que le anteceden, formando así una cadena con valores ascendentes, donde curiosamente este aumento progresivo está cuantificado como el número áureo o dorado, cuyo valor es 1,618034, también conocido como coeficiente φ.
Lo que aparentemente son datos meramente matemáticos resultan ser un patrón altamente repetido en la naturaleza, siendo éstos, números recurrentes en muchos de los diseños evolutivos en biología.
Es sorprendente comprobar como se repiten de forma natural los números que componen la serie de Fibonacci en los diseños biológicos, sobretodo como se presentan emparejados números continuos de dicha serie en multitud de ejemplos, lo que nos hace pensar en patrones definidos y pautados, lejos de ser fenómenos aleatorios, que por tanto están implícitos en la naturaleza, ¿en el material genético?
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