Tras tenerla 64 años en el armario de su casa, el anciano, farmacéutico de profesión, decidió entregarla a las autoridades sanitarias del estado federado de Mecklemburgo-Antepomerania para que analizasen si el producto, después de más de medio siglo sin abrir, podía ser consumido.
El informe de resultados del análisis fue el siguiente: “En términos generales, el estado del producto, tras 64 años, es satisfactorio en lo que se refiere a su grado de frescura y composición material” y añade que tan sólo han quedado mínimamente cambiados el sabor y el olor de la manteca, pero que quien lo comiera podía disfrutar del producto como casi recién comprado.
Por lo visto, el secreto de que el alimento aún esté en buen estado reside en la presencia de conservantes como el ácido cítrico y la resina de guayaco con efectos antioxidantes.
Habría que ponerle a todos los productos una fecha de caducidad así
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