domingo, 29 de enero de 2012

9.3 SALUD Y METALES PESADOS

La acumulación de metales pesados en el organismo puede ser la causa de varias enfermedades. Aunque las autoridades competentes velan para que la presencia de estos compuestos tóxicos no suponga un riego para la salud, el riesgo cero no existe. Entre los más peligrosos destacan el mercurio, el arsénico, el plomo, el cromo o el cadmio. Se consideran tóxicos por las concentraciones en las que pueden encontrarse y no por sus características esenciales, puesto que todos los seres vivos necesitan muchos de estos elementos para funcionar de manera adecuada. Eso sí, en concentraciones muy inferiores.
Se ha estudiado de forma exhaustiva la relación de estos metales pesados con algunos trastornos graves de salud. Varios tipos de cáncer, daños renales, retrasos en el desarrollo cerebral, alteraciones en el sistema inmunológico o, incluso, la muerte pueden ser consecuencia de una exposición prolongada a esos elementos. Según los expertos, la relación metal-enfermedad no está probada al 100%, pero sí hay una gran probabilidad. El arsénico puede desencadenar bronquitis, cáncer de esófago, pulmón o enfermedades vasculares. El cadmio está asociado con cáncer de próstata, nefrotoxicidad, alteraciones neurológicas o hipertensión. El cromo, por su parte, se relaciona con cáncer de pulmón y alteraciones de hígado, y el mercurio afecta sobre todo al sistema respiratorio.

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